Dos atractivas jóvenes han salido de vacaciones en coche por la campiña. Llegan a un bar para tomarse un tentempié y se encuentran inmersas en un ambiente hostil. El mesonero les apremia a tomarse su bebida pronto y a marcharse. Ellas acatan la orden y suben a su automóvil, que no tarda mucho en quedarse parado en medio de la nada. Se guarecen en un caserío abandonado para pasar la noche. A la mañana siguiente, una de ellas ha desaparecido. Un extraño personaje enano hace su aparición y le asegura a la otra chica que si le sigue llegará hasta donde está su compañera. Así lo hace ella y de ese modo llega a un enorme y bello castillo que parece habitado únicamente por bellas muchachas, sometidas a la voluntad de Morgane, una hechicera que promete a nuestra protagonista la inmortalidad a cambio de su alma.
Dominique Delpierre
Primera película de Bruno Gantillon, un hombre de carrera eminentemente televisiva, que ya había participado en el exitoso programa de variedades “Dim dam dom”, todo un fenómeno en Francia. Recuerda levemente al cine de Jean Rollin, aunque aquí las vampiras son sustituidas por brujas. Además, la estructura del filme es más clásica, más convencional que las utilizadas por Rollin. Es este un tipo de cine que durante principios de los años setenta tuvo cierta continuidad en el país vecino, con títulos como “La goulve” (Mario Mercier, 1972) o “La papesse” (Mario Mercier, 1975).
Régine Motte, Nathalie Chaine y Ursule Pauly
Régine Motte
Lo que le importa realmente al realizador no es lo que cuenta sino cómo lo cuenta. Gantillon se muestra aquí muy preocupado por la estética: utiliza un contrastado cromatismo y hace uso con frecuencia de los fondos negros. Además, aprovecha perfectamente los bellos escenarios, entre los que destaca el majestuoso castillo de Val, en Artense. Cierto es que, en alguna ocasión, peca de querer epatar al espectador situando la cámara en lugares inesperados, o con su contínuo uso de espejos, tan lejano a Sirk, pero no se le puede negar una gran vistosidad y belleza a su opera prima.
Michèle Perello y Mireille Saunin
Mireille Saunin y Régine Motte
Decimos que lo que le interesa a Gantillon son los elementos puramente visuales de la película (nunca volvería a hacer nada tan interesante), pues la historia en sí misma se podría resumir en muy pocas líneas. Como dice Morgane, la acción ocurre en el reino de las hadas, un lugar que solo los niños pueden encontrar. Pero las intenciones del director son más terrenales: desnudar a sus protagonistas. En una lejana entrevista lo dejaba claro: “Quería hacer una película de las que no se ven frecuentemente. Solo mujeres y un enano”. Y de eso se trata, de mujeres bellas protagonizando numerosos lésbicos, aunque, eso sí, con bastante buen gusto y sin caer en la vulgaridad.
Alfred Baillou
La escena de la fiesta en los subterráneos del castillo es todo un producto de su época. Parece un fiesta jipi con poesía, baile y sexo. O más bien como la burguesía pensaba que eran este tipo de fiestas. El elemento voyeur es protagonista de esta secuencia, bastante larga.
Rodada en seis semanas, cuenta con una excelente banda sonora de François de Roubaux, que firma como Cisco el Rubio, basada en guitarra española.
Michèle Perello
Personalmente, creo que para el papel de Morgane se necesitaba a una actriz con mayor fuerza que Dominique Delpierre.
¿Sabías que…?
El músico François de Roubaux murió mientras practicaba submarinismo en las islas Canarias.
Ursule Pauly y Solange Pradel ya había coincidido en “Le viol du vampire” (Jean Rollin, 1968).
1 comentario:
Gracias por tu visita, Vicente.
Parece muy interesante tu libro.
Con tu permiso, te enlazo.
Suerte.
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