Con María Baxa, Mónica Zanchi, Mario Maranzana, Marina Daunia, Jimmy il Fenomeno [Luigi Origene Soffrano], Alessio Pigna, Orazio Donati y Calogero Buttà.
Tres alumnos (los desconocidos Pigna, Donati y Buttà) deciden gastar una broma a su profesora de astronomía (Baxa), al ver que esta cree a pies juntillas en la presencia de vida extraterrestre. Se disfrazan de alienígenas y acuden a la casa que la docente (de nombre Emmanuelle) comparte con su criada veneciana (Zanchi). Allí convencerán a las mujeres para que se desnuden, lo que aprovecharán para toquetearlas a conciencia.
Más o menos, a esto se podría reducir el argumento de esta película, rodada con cuatro perras, pero de accidentado rodaje. Gariazzo, que venía de realizar un filme de ciencia-ficción algo más serio (lo que no quiere decir que no fuese catastrófico), como “Los ojos de las estrellas” (1978), apenas pudo dirigir menos de la mitad del metraje de esta. La razón es que en una de tantas escenas en las que Mario Maranzana corría con la escopeta en ristre, esta se disparó accidentalmente sobre el realizador, que tuvo que abandonar el rodaje. Fue sustituído por Gianfranco Baldanello, que, según Gariazzo, hizo un buen trabajo pero acentuó demasiado los aspectos eróticos de la cinta. ¿Acaso había otro aspecto?
Sucesivamente van quitándose la ropa las tres protagonistas femeninas ante el trío de mequetrefes disfrazados de, de, de… algo inenarrable, para ver y no creer. Y encima se comunican entre ellos mediante unos silbidos debidamente subtitulados. Mientras dos de ellos se trajinan a las féminas, el otro desvalija la nevera de todo tipo de alimento. Situaciones tan inenarrables como sus trajes espaciales.
Y sin embargo esta ínfima película se ha convertido en un título de culto para cierto tipo de espectador. ¿Cuáles pueden ser las causas? Quizá pueda ser que a la carencia de ideas y estupidez de la premisa se una a una estrechez presupuestaria evidenciada en que únicamente se utilicen ocho actores y un par de localizaciones. Puede residir también en la presencia de actores que se comen la pantalla, como Mario Maranzana o el inefable Jimmy il Fenomeno. Por supuesto, gran parte de la culpa la tienen las protagonistas femeninas y las osadas escenas eróticas que desempeñas, entre las que figura una lésbica entre Baxa y Zanchi. Por último, la constante argumental se ve condimentada por una banda sonora, obra de Alessandro Alessandroni, en la que sus inconfundibles silbidos le dan una cadencia hipnótica a la película. Vaya, que sabes que es horrible pero no puedes dejar de verla. Nos regodeamos en nuestra propia crapulencia, que diria el Sr. Burns.
La actriz serbia Maria Baxa venía de protagonizar “Per amore a Poppea” (Mariano Laurenti, 1977), el papel más importante de su oscura carrera. Frente a ella, la actriz suíza Monica Zanchi, de más impenetrable trayectoria, pero todo un “must” para el cinéfago. Una película que causa sonrojo a la actriz, que insiste en que se utilizó a una doble para la escena lésbica con Maria Baxa. Y es que de hecho, parece que existe una versión con insertos “hardcore” en la que, por supuesto, no se vieron implicados los actores.
En nuestro país conoció una edición en vídeo con el título de “Los alegres extraterrestres”.
¿Sabías que…?
Maria Baxa abandonó la profesión para dedicarse a la arquitectura.
Gariazzo era un gran aficionado a la Ufología. Fue miembro de la NICAP (National Investigations Committee on Aerial Phenomena) y además de sus películas sobre el tema, fundó la revista especializada Dischi volanti y publicó algún que otro libro. Para estos trabajos firmaba con el seudónimo de Sidereus.
Monica Zanchi también contó con una breve carrera musical con los seudónimos de Mona Matisse y. Angie Bee. Tuvo un éxito menor con la canción “Plastic doll”. Hela aquí.
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