Esta sueca siempre me ha fascinado. Su nombre en un póster de cine o en una carátula de vídeo ya era suficiente para que me lanzara a ver la película anunciada, por muy infecta que fuera. Por eso, no tuve la más mínima duda de quién sería el primer personaje del que hablaría en este espacio.
Rubia, de ojos verdes y una sonrisa entre picarona y maliciosa, su rostro era habitual en todo tipo de películas italianas hechas con cuatro duros durante las décadas de los setenta y ochenta. Pero aunque parezca mentira, también trabajó con directores de la talla de Billy Wilder o Ettore Scola. Repasemos su carrera:
Janet Ågren nació el 6 de abril de 1949 en Landskrona, población del sur de Suecia cercana a Malmö y que también vio nacer a Ewa Aulin, de la que ya tendremos tiempo de hablar. Su agraciado físico la lleva a trabajar de modelo. Se dice que llegó a conquistar el título de Miss Suecia, pero no he conseguido encontrarla en las listas oficiales, por lo que dudo de la veracidad de este hecho. Sí que he encontrado un pequeño comentario que habla de un título de miss, pero únicamente del sur de Suecia, y eso sería en 1967. Si alguien tiene más información al respecto, que haga el favor de compartirla, se lo agradeceremos.
Tampoco queda muy claro qué fue lo que la llevó hasta Italia. Lo cierto es que a la edad de diecinueve años debuta en el cine con un diminuto papel en “Golpe de estado”, de Luciano Salce. En 1969 interpreta un papel de cierta importancia en “Il giovane normale”, de Dino Risi y hace una escapadita a Francia para participar en “Du soleil plein les yeux”, de Michel Boisrond. El éxito de la cinta de Risi hace que la joven Janet firme un contrato con la productora de Franco Cristaldi.
1972 es un año crucial para nuestra rubia. Recibe lecciones del gran actor de teatro Alessandro Fersen, a la vez que actúa en diferentes locales de Roma. Además, consigue sendos papelitos en “¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?”, del maestro Billy Wilder y con el protagonismo de Jack Lemmon y Juliet Mills, y en “Historias peligrosas”, de Mike Hodges y con Michael Caine, ambos films rodados en Italia. Para acabar este productivo año, se pone a las órdenes de Ettore Scola en “La più bella serata della mia vita” y conoce a Brunello Rondi, que la dirige en “Cuentos prohibidos y nada vestidos”. Esta película, estrenada en nuestro país en 1978, se encuadra en un sub-subgénero nacido del éxito de “El Decamerón”. Con la base literaria culta de la película de Pasolini (Bocaccio) como excusa, proliferaron decenas de filmes en los que podían desnudar cuanto quisieran a las actrices (sí, como en España con “El libro de Buen Amor”). Otro “decameronoide” en el que participó fue “Fiorina la vacca”, de Vittorio de Sisti.
Con Brunello Rondi repetiría en otras dos ocasiones: “Tecnica di un amore” e “Ingrid sulla strada”, films eróticos y de denuncia, ambos rodados en 1973. Al parecer, su relación con Rondi (que entonces contaba 49 años) era más que profesional. Aunque, curiosamente, el haber trabajado con Rondi la llevaría al matrimonio: Al parecer, estas películas contaban con el respaldo económico del grupo editorial de Adelina Tattilo, la mítica fundadora de la revista “Playmen”, fallecida este mismo año. Por aquel entonces, Tattilo estaba ligada sentimentalmente con el productor de cine Carlo Maietto, que se enamoró locamente de nuestra nórdica y acabó casándose con ella en 1975. Nuestra Janet, sin embargo, acabó siendo portada de “Playmen” en diversas ocasiones.
Su falta de recato a la hora de desnudarse la llevó a filmar películas como “El erotómano”, a las órdenes de Marco Vicario, “Asignatura casi prohibida”, de Flavio Mogherini o “Sensualidad”, rodada en España por Germán Lorente. No por ello se dejó encasillar, y durante esos años la vimos en géneros tan dispares como el “western” (“Ya le llaman Providencia”, de Giulio Petroni), el policial de denuncia (La polizia interviene: ordine di uccidere”, de Giuseppe Rosati y con James Mason) o el “giallo” (“El asesino ha reservado nueve butacas”, de Giuseppe Bennati).
Janet Agren estaba en su apogeo. No paraba de rodar: “La conspiración del uranio”, dirigida por Menahem Golan y Gianfranco Baldanello; “Langosta para desayuno”, del veterano Giorgio Capitani; “Para no divorciarse mejor ser pobre”, de Giuliano Carnimeo. Incluso la dirigió nuestro Pedro Lazaga en “Siete chicas peligrosas”.
A finales de los setenta y principios de los ochenta, con el bum del cine de terror en Europa, la pudimos disfrutar en dos co-producciones italo-españolas dirigidas por el pésimo Tonino Ricci: “Pánico” y “Bermudas: la cueva de los tiburones”, donde lo único interesante es su presencia. Pero si hay dos papeles por las que es especialmente recordada por los fanáticos del cine de terror son los que interpretó en 1980: Por un lado el de la bella Sheila Morris de “Comidos vivos”, dirigida por el todoterreno de Umberto Lenzi en Sri Lanka. Allí la encontramos drogada y con el cuerpo embadurnado en pintura dorada mientras es la principal protagonista de un extraño (y bastante asqueroso) rito tribal junto con una cabeza de serpiente. Inolvidable. Su otro gran papel es el de Sandra, la bella paciente del psiquiatra interpretado por Carlo de Mejo en la imprescindible “Miedo en la ciudad de los muertos vivientes”, de Lucio Fulci. A la pobre Janet, bellísima, un maldito zombi le arranca parte de su masa craneal (Crrak!) y queda reducida a muerta viviente ávida de carne humana. Y es que a la pobre Janet la han asesinado en más de media docena de ocasiones en pantalla.
En esta primera mitad de la década de los ochenta compaginó sus papeles terroríficos con otros en comedias picantes como “La profesora de educación sexual”, de Mariano Laurenti, uno de los máximos artífices de este tipo de “commediacie” y “Ricas, riquísimas”, de Sergio Martino.
En la segunda mitad espació más su trabajo. Consiguió ser la hermana de la imponente Brigitte Nielsen en “El guerrero rojo” a las órdenes de Richard Fleischer. Compartió pantalla con el orondo Bud Spencer en “Aladino”, de Bruno Corbucci. Volvió también a rodar con dos realizadores ya conocidos por ella: Sergio Martino, en “Destroyer, brazo de hierro”, fantasía postapocalíptica protagonizada por el musculitos de Daniel Greene; y Tonino Ricci, en “La noche del tiburón”, con un actor con algo más de caché: Treat Williams.
El nacimiento de su hija en 1986 marcó su retirada del cine. Después de estas dos películas, únicamente rodó cuatro más.
En 1987 participó en esa terrible copia de “Karate kid” que dirigió el inefable Fabrizio de Angelis bajo el título de “Il ragazzo dal kimono d’oro” y que daría pie a una de las sagas más terroríficas de la historia del cine.
Al año siguiente intervino en otra “perla” de la mano de Giuliano Carnimeo. En “El hombre rata” tuvo que lidiar con el ya fallecido Nelson de la Rosa, el actor más bajo del mundo con solo 72 centímetros de altura y una líbido en las nubes.
“Magdalene”, un fallido melodrama dirigido por la actriz Monica Teuber fue el siguiente trabajo de Janet. Un papel pequeño, pero al menos coincidió con Nastassja Kinski y David Warner.
Su última aparición en pantalla fue en un ya lejano 1991 con una película que apenas contó con distribución. Se titulaba “Per sempre” y la realizó Walter Hugo Khouri, un muy veterano cineasta brasileño, ya fallecido.
Ya separada de su marido, en la actualidad vive en Miami alejada del negocio del espectáculo. No parece probable que la volvamos a ver en pantalla, aunque todavía es invitada en algún festival de cine. Una gran mujer y una actriz nada desdeñable.
Terminamos con unas palabras del malogrado actor David Warbeck, que coincidió con Janet en “Pánico” y en “El hombre rata”: "Janet Agren... la adoro. Ella era una de esas chicas mágicas. He trabajado con unas cuantas... la mayoría de ellas eran insignificantes, pero ella es brillante, con ella todo es divertido".
3 comentarios:
Te olvidas del film LA PIU BELLA SERENATA DELLA MIA VITA (1972)de Ettore Scola, dónde Janet Green aparece más hermosa que nunca.
Publicar un comentario