Con Javier Escrivá, John Moulder-Brown, Inma de Santis, Simón
Andreu, Joaquín Pamplona, Blaki, Paul Benson, Francisco J. Escriva, María José
Parra, Ignacio Campos y Carlos Larrañaga Jr.
Julia y Miguel, pareja de estudiantes de COU, pretenden
escaparse de su casa durante las vacaciones de Semana Santa y practicar el amor
libre. Casualmente, Don Luis, su profesor los recoge en su coche mientras hacen
autostop y los lleva a su casa a pasar la noche, ya que se muestran temerosos
de que la policía los encuentre y los devuelva a casa. Lo que no esperan es que
su preceptor, que convive con un joven llamado Jaime, los encierre en un sótano
y se dedique a jugar perversamente con sus mentes y cuerpos.
Javier Escrivá y Simón Andreu
Dos años más tarde de Una
gota de sangre para morir amando, vapuleada por la crítica, el realizador
vasco vuelve con una película claustrofóbica, como su anterior El techo de cristal, pues la acción se
reduce prácticamente a la mansión de Don Luis. La cinta fue masacrada por la
censura, puesto que sus personajes podían ser bastante fácilmente asimilables a
la situación política del momento, y no olvidemos que unos meses más tarde de
su estreno, moría el dictador en la cama. Don Luis representaría al viejo
régimen que pretende reeducar a la juventud, que finalmente se hace con el
poder, una vez derrocado aquel, aunque al final esa conclusión sea un tanto
ambigua, pues parece que lo que realmente consiguen los jóvenes es sustituir la
figura del profesor. Julia se convierte en una especie de sucesora de Don Luis,
después de recibir varios consejos de él sobre cómo tratar a sus compañeros. Solo
es un trasvase de poderes, sin que la escena cambie realmente. Las víctimas se
convierten en verdugos.
Don Luis es un personaje muy complejo. De una notable
erudición y un refinado sentido del sadismo, sus métodos de tortura son
sutiles, directos a minorar las defensas mentales de los muchachos. Adivina
cuando su poder ha llegado a su fin y es destronado de este poco después de
interpretar a Macbeth, por lo que va disfrazado del personaje, con su corona.
Por otro lado, no podemos dejar de mencionar las
inequívocas relaciones que se crean entre todos los personajes, y que incluyen prácticas
homosexuales (recordemos el año de producción). Jaime es el personaje más oscuro de la trama.
Sabemos que es buscado por la policía, y por ello ha estado dos años
conviviendo con Don Luis como si de un criado se tratara, aunque se deja
entrever una relación erótica entre ellos.
Simón Andreu y John Moulder-Brown
Escenas bastante audaces para la época, como los tríos
sexuales o una en la que Simón Andreu y John Moulder-Brown derraman cera
caliente sobre el cuerpo desnudo de Inma de Santis, mientras ella gime de
placer. Eloy de la Iglesia se quejaba amargamente de que la que podía haber
sido su mejor película hubiera perdido todo su potencial debido a la acción de
la junta censora. Pero si tantos cortes impuso la censura, resulta cuanto menos
extraño que dejase que se visionaran estas secuencias. Al parecer únicamente se
fijaron en las implicaciones políticas.
Uno de los mejores papeles interpretados por Javier
Escrivá, como el perturbado profesor, amante de la música bombástica
(especialmente Wagner) y del teatro, con Shakespeare y su Macbeth como sus grandes
predilecciones. Supone también el encuentro entre el realizador y Simón Andreu,
que se convertiría en uno de sus actores fetiches durante los siguientes años.
Los jóvenes John Moulder-Brown y la llorada Inma de Santis están más discretos
en su respectivos roles.
Loable trabajo de diseño de producción. La mansión se
convierte también en otro personaje, el quinto en disputa y, como en El ángel exterminador, los personajes
serán incapaces de salir de ella, pese a su recuperada libertad.
Inma de Santis
El público respondió bastante bien, pero la crítica se
mostró dividida. Cabe mencionar las palabras que le dedicó Marcelo
Arroita-Jáuregui (no olvidemos, también actor en varios títulos de Jesús Franco,
sin ir más lejos) en el diario Arriba:
“Con tal material del que es responsable, Eloy de la Iglesia se entrega a una
especie de delirio granguiñolesco, donde ningún movimiento o emplazamiento de
la cámara tiene la más mínima funcionalidad, donde se suceden los efectismos
fotográficos y musicales que pretenden disfrazar la penuria de ideas, tanto de
la puesta en escena como de la puesta en situación” (08/10/1975).
Personalmente, es una película que me ha agradado
bastante. Bien es cierto que la he visionado sin saber absolutamente nada de su
argumento, con lo que la sorpresa ha sido mayor. La carga política se descubre
a las primeras de cambio, por lo que la labor de los censores fue del todo
inútil. La osadía de las escenas eróticas, que se convertirá en un rasgo
reconocible en el posterior cine de su realizador, es otro elemento a destacar
positivamente. El ritmo se rompe cuando salimos de la casa, en esas
innecesarias escenas de pesquisas policíacas.
¿Sabías que…?
El título de rodaje fue Chico y chica para jugar.
Inma de Santis que, casualmente estudiaba COU durante el
rodaje, hablaba de esta película como una de sus preferidas.