jueves, 2 de febrero de 2017

Juego de amor prohibido (Eloy de la Iglesia, 1975)





Con Javier Escrivá, John Moulder-Brown, Inma de Santis, Simón Andreu, Joaquín Pamplona, Blaki, Paul Benson, Francisco J. Escriva, María José Parra, Ignacio Campos y Carlos Larrañaga Jr.

 Julia y Miguel, pareja de estudiantes de COU, pretenden escaparse de su casa durante las vacaciones de Semana Santa y practicar el amor libre. Casualmente, Don Luis, su profesor los recoge en su coche mientras hacen autostop y los lleva a su casa a pasar la noche, ya que se muestran temerosos de que la policía los encuentre y los devuelva a casa. Lo que no esperan es que su preceptor, que convive con un joven llamado Jaime, los encierre en un sótano y se dedique a jugar perversamente con sus mentes y cuerpos. 

 Javier Escrivá y Simón Andreu

Dos años más tarde de Una gota de sangre para morir amando, vapuleada por la crítica, el realizador vasco vuelve con una película claustrofóbica, como su anterior El techo de cristal, pues la acción se reduce prácticamente a la mansión de Don Luis. La cinta fue masacrada por la censura, puesto que sus personajes podían ser bastante fácilmente asimilables a la situación política del momento, y no olvidemos que unos meses más tarde de su estreno, moría el dictador en la cama. Don Luis representaría al viejo régimen que pretende reeducar a la juventud, que finalmente se hace con el poder, una vez derrocado aquel, aunque al final esa conclusión sea un tanto ambigua, pues parece que lo que realmente consiguen los jóvenes es sustituir la figura del profesor. Julia se convierte en una especie de sucesora de Don Luis, después de recibir varios consejos de él sobre cómo tratar a sus compañeros. Solo es un trasvase de poderes, sin que la escena cambie realmente. Las víctimas se convierten en verdugos. 


Don Luis es un personaje muy complejo. De una notable erudición y un refinado sentido del sadismo, sus métodos de tortura son sutiles, directos a minorar las defensas mentales de los muchachos. Adivina cuando su poder ha llegado a su fin y es destronado de este poco después de interpretar a Macbeth, por lo que va disfrazado del personaje, con su corona.
Por otro lado, no podemos dejar de mencionar las inequívocas relaciones que se crean entre todos los personajes, y que incluyen prácticas homosexuales (recordemos el año de producción).  Jaime es el personaje más oscuro de la trama. Sabemos que es buscado por la policía, y por ello ha estado dos años conviviendo con Don Luis como si de un criado se tratara, aunque se deja entrever una relación erótica entre ellos. 

 Simón Andreu y John Moulder-Brown

Escenas bastante audaces para la época, como los tríos sexuales o una en la que Simón Andreu y John Moulder-Brown derraman cera caliente sobre el cuerpo desnudo de Inma de Santis, mientras ella gime de placer. Eloy de la Iglesia se quejaba amargamente de que la que podía haber sido su mejor película hubiera perdido todo su potencial debido a la acción de la junta censora. Pero si tantos cortes impuso la censura, resulta cuanto menos extraño que dejase que se visionaran estas secuencias. Al parecer únicamente se fijaron en las implicaciones políticas.


Uno de los mejores papeles interpretados por Javier Escrivá, como el perturbado profesor, amante de la música bombástica (especialmente Wagner) y del teatro, con Shakespeare y su Macbeth como sus grandes predilecciones. Supone también el encuentro entre el realizador y Simón Andreu, que se convertiría en uno de sus actores fetiches durante los siguientes años. Los jóvenes John Moulder-Brown y la llorada Inma de Santis están más discretos en su respectivos roles.
Loable trabajo de diseño de producción. La mansión se convierte también en otro personaje, el quinto en disputa y, como en El ángel exterminador, los personajes serán incapaces de salir de ella, pese a su recuperada libertad.

 Inma de Santis

El público respondió bastante bien, pero la crítica se mostró dividida. Cabe mencionar las palabras que le dedicó Marcelo Arroita-Jáuregui (no olvidemos, también actor en varios títulos de Jesús Franco, sin ir más lejos) en el diario Arriba: “Con tal material del que es responsable, Eloy de la Iglesia se entrega a una especie de delirio granguiñolesco, donde ningún movimiento o emplazamiento de la cámara tiene la más mínima funcionalidad, donde se suceden los efectismos fotográficos y musicales que pretenden disfrazar la penuria de ideas, tanto de la puesta en escena como de la puesta en situación” (08/10/1975). 


Personalmente, es una película que me ha agradado bastante. Bien es cierto que la he visionado sin saber absolutamente nada de su argumento, con lo que la sorpresa ha sido mayor. La carga política se descubre a las primeras de cambio, por lo que la labor de los censores fue del todo inútil. La osadía de las escenas eróticas, que se convertirá en un rasgo reconocible en el posterior cine de su realizador, es otro elemento a destacar positivamente. El ritmo se rompe cuando salimos de la casa, en esas innecesarias escenas de pesquisas policíacas.


¿Sabías que…?

El título de rodaje fue Chico y chica para jugar.

Inma de Santis que, casualmente estudiaba COU durante el rodaje, hablaba de esta película como una de sus preferidas.