lunes, 23 de septiembre de 2013

Proyecto Lucio Fulci (III): Urlatori alla sbarra (1960)


Con Adriano Celentano, Mina, Joe Sentieri, Elke Sommer, Chet Baker, Giacomo Furia, Giuliano Mancini, Turi Pandolfini, Mario Carotenuto, Nico Pepe, Jocelyn Lane, Elisabetta Velinska, Christiane Martel, Benedetta Rutili, Marilù Tolo, Martita De Balle, Lucia Modugno, Carlotta Barilli, Maggiora Vergani, Corrado Lojacono, Brunetta, Umberto Bindi, Gianni Meccia, Lino Banfi, Peppino Di Capri, Renato Mambor, Mimo Billi, Salvatore Fazio, Gianni Minervini, Carlo Alighiero, Bruno Martino, Enzo Garinei, Sandro Giovannini, Gorni Kramer, Mario Landi, I Brutos y la Modern Jazz Gang.


Un grupo de jóvenes rockeros intenta convencer al director de una cadena televisiva (la RAI, nada menos) para que les deje actuar en un importante programa de variedades. Este se muestra muy reticente ante la nueva música, pero finalmente cede ante la presión que ejerce sobre él su hija. El insospechado éxito de los nuevos cantantes le hace cambiar su opinión hacia ellos.

      Chet Baker

Después de I ragazzi del juke-box, Lucio Fulci vuelve a insistir en el musicarello con este nuevo muestrario de las variopintas habilidades de los muchos artistas que aquí hacen aparición. Para ello, vuelve a contar con uno de los principales artífices del (sub)género, el guionista Piero Vivarelli, del que probablemente salió la idea de las fricciones generacionales, que pueden interpretarse desde un punto de vista político, aunque, finalmente, la conclusión sea tranquilizadora para el viejo sistema.

     Elke Sommer y Joe Sentieri

Si en la anterior película de Fulci, la trama era anecdótica, en esta es prácticamente inexistente y se reduce a los muchísimos números musicales y a unas cuantas anécdotas cómicas intercalándolos de manera más o menos eficaz.

     Benedetta Rutili y Mario Carotenuto

Muchos de los artistas que trabajaron en I ragazzi vuelven a hacerlo aquí, como es el caso de Mario Carotenuto, Giacomo Furia o la sueca Elke Sommer. También repite un desbocado Adriano Celentano, que se mueve espasmódicamente durante todo el film y consigue poner de los nervios al espectador. Sin embargo, tanto para él como para Mina, esta película sirvió de trampolín de lanzamiento para sus respectivas carreras, plagadas de éxitos.

     Brunetta y Elke Sommer

Pero sin duda, uno de los mayores alicientes que ofrece esta muy discreta obra primeriza de Fulci es la presencia mágica del músico norteamericano Chet Baker. Fulci lo contrató porque, según él, Baker no tenía dinero ni para vivir. El realizador romano presentó al trompetista  a varios dueños de clubes musicales con el fin de que lo contrataran, pero casi ninguno lo conocía, pues eran bastante mayores y no estaban al día de la música del momento. Uno de ellos lo contrató con la promesa de que traería al club a Gerry Mulligan. Evidentemente, la promesa no se cumplió nunca y Baker fue despedido.

     Adriano Celentano

Mucho trabajo le costó a Fulci mantener en condiciones a un drogadicto Chet Baker, que, a falta de heroína, había encontrado un sustituto en el Palfium 875, también conocido como Jetrium, del que también se había hecho adicto. Con todo, sus apariciones en la película son maravillosas. En una de ellas aparece acostado en una bañera con su inseparable trompeta, y en otra, magnífica,  canta la melancólica Arrivederci sentado junto a una guapa morena debajo de un árbol.


En definitiva, una película de muy relativo interés, más sociológico que cinematográfico o musical. Una película mucho más deslavazada que I ragazzi del juke-box, pero cuya incoherencia interna poco tiene que ver con un intento de experimentar, sino, desgraciadamente, a una carencia de argumentario estético. Solo hace falta observar la aparición de I Brutos, en un número que no solo no tiene nada que ver con lo que se ha visto y con lo que se verá, sino que rompe bruscamente el ritmo de la película y revela su identidad de parche, de algo añadido que no se sabía bien cuándo poner.

     I Brutos 

Cabe destacar que Lucio Fulci no volvería a rodar otro musical –si exceptuamos Uno strano tipo (1963), que no puede considerarse en pureza un musical-, por lo que tanto este como su anterior largometraje pueden catalogarse como rarae aves dentro de una amplia filmografía que a partir de este momento se decantaría abiertamente por la comedia.



¿Sabías que…?


En Versilia, unos tipos le partieron el labio a Baker y le volaron los dos incisivos. Esto es apreciable en la película.

Chet Baker llamaba maestro a Piero Umiliani, encargado de la banda sonora.

Supuso el debut en la pantalla grande del cómico Lino Banfi.
























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