jueves, 26 de septiembre de 2013

Proyecto Lucio Fulci (IV): La rubia tuvo la culpa (1962)

¿Qué mejor que una morena para publicitar este título?

Título original: Colpo gobbo all'italiana.

Mario Carotenuto, Andrea Checchi, Hélène Chanel, Gina Rovere, Gabriele Antonini, Aroldo Tieri, Ombretta Colli, Mario De Simone, Nino Terzo, Marisa Merlini, Gino Bramieri, Burt Nelson, Silla Bettini, Luigi Bonos, Giangaetano Gabella,  Giulio Calì, Vittorio Daverio, Peppino De Martino, Ignazio Dolce, Ugo Fangareggi, Jole Fierro, Giacomo Furia, Antonio Gerini, Zoe Incrocci, Henry Martial, Lionello Morandi, Nino Nini, Mario Passante, Gianni Perelli, Carlo Pisacane, Mimmo Poli, Arturo Valentin y Alfredo Venturi.


El cuarto largometraje de Lucio Fulci supone una ruptura con sus musicarelli anteriores para regresar a la comedia de su primera obra. El éxito de la fabulosa Rufufú (Mario Monicelli, 1958) dio lugar a un aluvión de cintas cuya trama giraba alrededor de atracos más o menos perfectos. Esta película se encuadra dentro de ese conjunto, pero con una novedad bastante destacable: se invierten los términos habituales en este tipo de argumentos, con lo que tenemos como protagonistas a unos ladronzuelos de poca monta que, en vez de desvalijar el banco, lo que pretenden es recuperar el dinero robado y reintegrarlo en la caja fuerte. La explicación a esta rocambolesca peripecia es que se trata de una cuestión de honor.

 
       Andrea Checchi y Hélène Chanel

Basada en una idea del propio Mario Carotenuto, podemos decir que estamos ante una de las mejores comedias de Fulci. Y, curiosamente, es su primera realización en la que no interviene en la escritura del guión. El libreto fue escrito por los especialistas Bruno Corbucci y Giovanni Grimaldi, junto con el oscuro Beppo Costa.


     Mario Carotenuto, Mario de Simone y Andrea Checchi

Como hemos descrito anteriormente, se trata de una historia bastante demencial, poblada por unos personajes que enseguida se ganan el cariño del público: el vigilante nocturno interpretado por Andrea Checchi, que solicita la intervención de unos rateros para que le ayuden a descubrir a los causantes del robo; los mismos rateros, gente desgraciada con infinitos problemas en sus respectivos hogares; el gran Mario Carotenuto, antiguo ladrón de guante blanco reconvertido en comerciante de electrodomésticos. Todos ellos, circundados de unos fabulosos personajes secundarios en la trama pero muy bien trazados. Una labor magnífica la de todos y cada uno de los miembros del reparto.

     Mario Passante y Gabriele Antonini

Puede que en algún momento el ritmo de la película no siga la homogeneidad deseada, pero la historia abunda en momentos especialmente divertidos. Como ejemplo, podemos citar el protagonizado por Vittorio Daverio, que, según el plan ideado por Carotenuto, ha de conseguir entrar en la cárcel. Para ello, decide robar un tanto chapuceramente unas cuantas carteras. Pero, para su sorpresa, todos sus intentos tienen éxito y, finalmente, decide entregarse personalmente en comisaría. Otra secuencia a recordar es la que protagoniza de nuevo Carotenuto en la que efectúa un agresivo interrogatorio a un desconcertado Gino Bramieri, que no sabe de qué le están hablando.

     Silla Bettini y el inconfundible Ugo Fangareggi

En su tiempo, las críticas fueron bastante discretas, cuando no directamente adversas. N.M. Lugaro decía en Famiglia Cristiana (noviembre de 1962) que la dirección necesitaba de una supervisión, que no tenía ritmo y los lugares comunes abundaban. La primera afirmación nos causa extrañeza, pues bien se puede decir que estamos ante la más canónica realización del director romano. Elegante, sin estridencias, con una cámara que no quiere convertirse en protagonista y un excelente uso de la profundidad de campo, como demuestra en los exquisitos planos de la llegada de Nino Terzo a su morada.

     Gino Bramieri, Nino Terzo y Mario Carotenuto 

El retrato de los ambientes populares romanos también está muy logrado: desde las típicas vías frecuentadas por prostitutas hasta la fortuita excursión de Andrea Checchi al barrio del Eur, donde no entiende a nadie.

     Andrea Checchi perdido en el Eur

Ya se perciben en esta obra de Fulci ciertas pinceladas de erotismo, sobre todo a cargo de la coqueta Gina Rovere, que interpreta a la esposa de Carotenuto y que siempre lleva un escote más espacioso de lo que su marido desea, sobre todo si tiene visitas en casa. También tenemos a una guapísima Ombretta Colli, que promete satisfacer cualquier deseo de su prometido si este le dice qué guarda en su maleta. O a la francesa Hélène Chanel, la rubia del título español, que, sin embargo, no cuenta con muchos minutos en la pantalla.

     Gabriele Antonini, Nino Terzo, Mario Carotenuto y Aroldo Tieri

Para la banda sonora, tenemos de nuevo al gran Piero Umiliani, con unas cuantas cancioncillas a cargo de Gianni Meccia.


Los resultados en taquilla, sin embargo, no fueron los esperados. En España se estrenó con tres años de retraso y diez minutos menos. Un corte, sin duda, provocado por estos momentos de candoroso erotismo antes mencionados.



¿Sabías que…?


La actriz Ombretta Colli se dedica actualmente a la política y ha sido miembro del Senado italiano.


    Ombretta Colli


     ¿No recuerda este plano a la Catriona MacColl encerrada en el ataúd en Miedo en la ciudad de los muertos vivientes (1980)?

lunes, 23 de septiembre de 2013

Proyecto Lucio Fulci (III): Urlatori alla sbarra (1960)


Con Adriano Celentano, Mina, Joe Sentieri, Elke Sommer, Chet Baker, Giacomo Furia, Giuliano Mancini, Turi Pandolfini, Mario Carotenuto, Nico Pepe, Jocelyn Lane, Elisabetta Velinska, Christiane Martel, Benedetta Rutili, Marilù Tolo, Martita De Balle, Lucia Modugno, Carlotta Barilli, Maggiora Vergani, Corrado Lojacono, Brunetta, Umberto Bindi, Gianni Meccia, Lino Banfi, Peppino Di Capri, Renato Mambor, Mimo Billi, Salvatore Fazio, Gianni Minervini, Carlo Alighiero, Bruno Martino, Enzo Garinei, Sandro Giovannini, Gorni Kramer, Mario Landi, I Brutos y la Modern Jazz Gang.


Un grupo de jóvenes rockeros intenta convencer al director de una cadena televisiva (la RAI, nada menos) para que les deje actuar en un importante programa de variedades. Este se muestra muy reticente ante la nueva música, pero finalmente cede ante la presión que ejerce sobre él su hija. El insospechado éxito de los nuevos cantantes le hace cambiar su opinión hacia ellos.

      Chet Baker

Después de I ragazzi del juke-box, Lucio Fulci vuelve a insistir en el musicarello con este nuevo muestrario de las variopintas habilidades de los muchos artistas que aquí hacen aparición. Para ello, vuelve a contar con uno de los principales artífices del (sub)género, el guionista Piero Vivarelli, del que probablemente salió la idea de las fricciones generacionales, que pueden interpretarse desde un punto de vista político, aunque, finalmente, la conclusión sea tranquilizadora para el viejo sistema.

     Elke Sommer y Joe Sentieri

Si en la anterior película de Fulci, la trama era anecdótica, en esta es prácticamente inexistente y se reduce a los muchísimos números musicales y a unas cuantas anécdotas cómicas intercalándolos de manera más o menos eficaz.

     Benedetta Rutili y Mario Carotenuto

Muchos de los artistas que trabajaron en I ragazzi vuelven a hacerlo aquí, como es el caso de Mario Carotenuto, Giacomo Furia o la sueca Elke Sommer. También repite un desbocado Adriano Celentano, que se mueve espasmódicamente durante todo el film y consigue poner de los nervios al espectador. Sin embargo, tanto para él como para Mina, esta película sirvió de trampolín de lanzamiento para sus respectivas carreras, plagadas de éxitos.

     Brunetta y Elke Sommer

Pero sin duda, uno de los mayores alicientes que ofrece esta muy discreta obra primeriza de Fulci es la presencia mágica del músico norteamericano Chet Baker. Fulci lo contrató porque, según él, Baker no tenía dinero ni para vivir. El realizador romano presentó al trompetista  a varios dueños de clubes musicales con el fin de que lo contrataran, pero casi ninguno lo conocía, pues eran bastante mayores y no estaban al día de la música del momento. Uno de ellos lo contrató con la promesa de que traería al club a Gerry Mulligan. Evidentemente, la promesa no se cumplió nunca y Baker fue despedido.

     Adriano Celentano

Mucho trabajo le costó a Fulci mantener en condiciones a un drogadicto Chet Baker, que, a falta de heroína, había encontrado un sustituto en el Palfium 875, también conocido como Jetrium, del que también se había hecho adicto. Con todo, sus apariciones en la película son maravillosas. En una de ellas aparece acostado en una bañera con su inseparable trompeta, y en otra, magnífica,  canta la melancólica Arrivederci sentado junto a una guapa morena debajo de un árbol.


En definitiva, una película de muy relativo interés, más sociológico que cinematográfico o musical. Una película mucho más deslavazada que I ragazzi del juke-box, pero cuya incoherencia interna poco tiene que ver con un intento de experimentar, sino, desgraciadamente, a una carencia de argumentario estético. Solo hace falta observar la aparición de I Brutos, en un número que no solo no tiene nada que ver con lo que se ha visto y con lo que se verá, sino que rompe bruscamente el ritmo de la película y revela su identidad de parche, de algo añadido que no se sabía bien cuándo poner.

     I Brutos 

Cabe destacar que Lucio Fulci no volvería a rodar otro musical –si exceptuamos Uno strano tipo (1963), que no puede considerarse en pureza un musical-, por lo que tanto este como su anterior largometraje pueden catalogarse como rarae aves dentro de una amplia filmografía que a partir de este momento se decantaría abiertamente por la comedia.



¿Sabías que…?


En Versilia, unos tipos le partieron el labio a Baker y le volaron los dos incisivos. Esto es apreciable en la película.

Chet Baker llamaba maestro a Piero Umiliani, encargado de la banda sonora.

Supuso el debut en la pantalla grande del cómico Lino Banfi.